Presiento que la noche es un corcel de arena
abatido en la plaza desierta del después,
y los quizás empiezan a ser como las penas
que guardan a un costado los nunca sin revés.
Presiento que la noche es un zaguán oscuro
en donde los demonios se acuestan a dormir
mascullando blasfemias, mirando hacia el futuro,
rezándole al Infierno sus ganas de morir.
Presiento que la noche es un cristal en llamas
queriendo reventarse la venas contra el sol.
Los sueños inmortales se acuestan en las camas
que entibian las cobijas bordadas con alcohol.
Hijos de la nostalgia se llaman los que añoran
noches sin madrugada, treguas de la verdad.
Marchita en los balcones tristes de los que lloran
la pasión desbordante se vuelve soledad.
Presiento que la noche es una despedida
que no encuentra consuelo ni sabe hacer volver
la noche deslumbrante que se encuentra perdida
en medio de la noche prohibida del antier.
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