viernes, 22 de enero de 2010

Naturanecia

Un sol acariciante, también abrasador.
Un árbol refrescante, también agresor.

El hermoso río
Pudo haberme matado de frío.
Las sublimes montañas
Querían perderme en sus entrañas.

¡Y aquellos preciosos seres,
Menos sonoros que caída de alfileres!
Sus fauces, sus garras, sus venenos
Provocaron miedo hasta en mis tuétanos.

Abandonamos parte de nosotros.
Ahora queremos volver
Al hogar que ocupan otros
Y que muchos siquiera saben ver.

Guillermo García G.

martes, 19 de enero de 2010

La composición Perfecta

Esta sería mi cuarta... jaja ahí se las dejo...

Roberto era un pianista inminente en su pueblo. Él era un señor alto, de nariz respingada, andaba siempre ropa sucia y tenía el cabello largo y colocho. Había estudiado música en muchos países y se había convertido en una eminencia musical a nivel mundial. Él era un músico carismático y todo un personaje. Tenía una capacidad auditiva increíble y creaba tonadas que solo Dios podía llegar a entender y sus adeptos solo llegar a admirar. Era un músico peculiar, se caracterizaba por ser muy exigente. Cabe decir que Roberto nunca tocaba una canción más de dos veces. La primera era la vez que la componía y la segunda era en el concierto. Sus conciertos era un éxito, pero se daban dos veces al mes nada más debido a que Roberto era muy perfeccionista. Sus seguidores no podían comprar sus discos porque a él no le gustaba que sus canciones fueran interpretadas dos veces. En sus conciertos no dejaban tomar fotos y no permitían celulares para evitar que alguien grabara las canciones. Todo esto era a petición de Roberto. Era un día de verano y Roberto se preparaba para su presentación de la noche. Todo lo que Roberto hacia antes de un concierto era un ritual preciso y era su costumbre desde el primer concierto que había dado. Lo primero que hacía era sus posiciones de yoga. Posteriormente, se tomaba un te y prendía un incienso para poder calmarse. Posteriormente, tomaba una siesta, se despertaba y se bañaba dos veces, porque según Roberto, la primera se quitaba la suciedad y en la segunda se limpiaba el alma. Sin embargo, ese día Roberto se sentía un poco mareado. No había sido su mejor preparación previa a un concierto. Había algo que le molestaba pero no sabía que. Por otra parte, el anfiteatro estaba repleto y la gente impaciente esperaba que el compositor e intérprete saliera y los deleitara con sus melodías. Roberto salió, hizo tronar sus dedos pero algo estaba mal. Estaba sudando como nunca y se sentía nervioso. Algo inusual en todos los conciertos que Roberto había dado. Empezó las tonadas de la primera canción, y como de costumbre tomó la partitura y la arrugo. Una canción mas que se agregaba a su itinerario de canciones que nunca va volver a tocar. Cuando toco la segunda pieza, se empezó a sentir muy mareado. Terminó y volvió a desechar la partitura de la canción. Roberto tuvo que pedir un receso, salió a tomar aire entro a su camerino y saco una caja y la guardo en su saco. Era una caja pequeña y dorada. Luego entro al escenario, la gente estaba consternada. Esto no era algo común de Roberto, sus seguidores mas fieles lo habían visto en miles de conciertos y nunca le había pasado algo así. Roberto pidió disculpas y tomó asiento, puso la partitura en el pedestal y empezó la tercera tonada. Era una tonada muy feliz y contrastaba fuertemente con la cara de Roberto. Él sabía que algo estaba mal en su composición y así como avanzaba la pieza más disconforme se sentía. Esta no parecía una composición de Roberto, tenía errores, ¿de dónde vienen estos errores? ¿Ya no soy perfecto? ¿y ahora que hago? Terminó la canción, los aplausos se veían venir, cuando Roberto, con su mano temblorosa, saco la caja de la bolsa de su saco, la abrió y era una pequeña pistola, un poco imperfecta para el gusto de Roberto, la puso en su cabeza y jalo el gatillo. La gente estaba aterrorizada, a ellos les había encantado la tercera composición de Roberto, sin embargo, la cabeza de Roberto ya yacía sobre la partitura y la sangre manchaba poco a poco la misma.

No existe el cielo, ni el infierno, solo YO

Bueno.. yo solo he escrito como dos historias cortas en mi vida, esta es la tercera, ahí se las dejo para que la lean!!

A los diecisiete años, Carlos era una persona común y silvestre de una familia muy católica. Él estaba terminando el cole y tenía esperanzas de entrar a la Universidad a estudiar una carrera. Era un muchacho delgado y un poco tímido, nunca había besado a una mujer y estaba muy lejos de haber probado una cerveza o el sexo. Carlos logró entrar a la Universidad y esperaba con ansias el primer día de clases. Era un mundo completamente nuevo para él. Gente con apariencia extraña: metaleros, hippies, fresas, y política de izquierda fue lo que se encontró en los pasillos de la universidad. Todo esto le cambió la vida. A los dieciocho años, él probo su primera cerveza en un bar mal oliente, el cual se ubicada por la Universidad. Por primera vez sus labios tocaron el pecaminoso sabor de una cerveza. Asimismo, una muchacha alta y rubia estaba interesada en él, no obstante, él nunca se le había declarado a una mujer y aunque le parecía muy atractiva solo pudo besarla una vez. El cabello largo no lo dejaba socializar con mujeres bonitas según los parámetros de belleza que tenía ella. A los diecinueve años, ya no era tan flaco y parecía tener éxito con las mujeres. Carlos había tirado sus prejuicios religiosos por el retrete y había decidido crear su propia religión: un cuerpo de mujer, y alcohol. Carlos pasaba la mayoría del tiempo en bares, salía con sus amigos y se embriaga hasta vomitar el alma. A los veintiún años, Carlos estaba más grueso y sus salidas no eran tan frecuentes; no obstante, sus flirteos eran más constantes que nunca. En este punto de su vida, Carlos se dio cuenta que el mundo estaba en sus manos, podía tener acceso a cualquier mujer porque se había vuelto una persona más extrovertida y segura de si mismo. Sin embargo, sus amigos y familiares le decían: “Carlos has subido de peso, y has perdido libertad”. Carlos se preguntaba que querían decir cuando le decían que había perdido libertad hasta que una vez su tío Ramiro le regaló una Biblia para su cumpleaños. Todo tenía sentido para él excepto la religión. Los únicos templos que Carlos visitaba eran los poros de una mujer. Su peso aumentaba, su experiencia también y su deseo por conocer a un señor barbudo de Jerusalén era casi nulo. A los veintidós años, Carlos era más gordo, su familia lo molestaba y sus amigos no le decían nada pero se reían de él por detrás. El hecho de que Carlos haya subido tanto de peso significaba un asunto de suma importancia para todos los demás. Sin embargo, Carlos seguía con su religión. Adoraba los hermosos pechos de una mujer mientras su globo de la fe cristiana se iba desinflando poco a poco. A los veintitrés años, Carlos seguía su vida “normal”. Un día lluvioso iba ir donde una de sus novias en una de esas visitas que él acostumbraba a hacer. Ese día, Carlos llegó y le rezó a su única diosa, la besó, la acarició, y le dijo después de haber realizado la máxima reverencia a un templo de piel dijo: “si muriera hoy, moriría en paz, porque lo que he vivido hasta ahora, no lo cambió ni por una Biblia, no existe el cielo ni el infierno, solo existo yo, nadie va vivir por mí, ¿por qué tengo que vivir por alguien?” Su novia le tomó la mano lo besó y se durmió. Tiempo más tarde, Carlos se fue y en el camino fue atropellado por un carro y murió. Muchos de sus amigos dicen que murió porque estaba un poco obeso, otros dicen que porque no leyó nunca la Biblia, otros dicen que probablemente murió en pecado. No obstante, digan lo que digan, Carlos murió adorando lo que él creía era lo más importante en su vida, un templo de piel.

domingo, 17 de enero de 2010

La Telaraña

Pues ahí despertó Arturito. No sabía cómo llegó a estar en medio de esa gran telaraña. Solo a él le pudo haber pasado. Y con el miedo que le tenía a las arañas. Entró en un pánico extremo, se paralizó de inmediato, comenzó a sudar frío y sus ojos lagrimearon en un largo lloriqueo sin sonido. A pesar de haber ya transcurrido dos horas, Arturito seguía igual, inmóvil; sólo esperaba que el vil dueño de la gran telaraña regresara para devorarlo. Aquellos hilos plata que se mecían con el aire en movimiento parecían tranquilizarlo en un trance de sueño y paz, pero la punzada del futuro que le esperaba lo hacía despertar en segundos. En el corto lapso en que se parpadea, Arturito sintió como la telaraña se estremecía como si hubiera caído una bala de cañón en ella. Era otro como él, un Carlitos, un Juan tal vez. Ahí estaba, entumecido, lleno de temor. Se miraron pero no hablaron. Transcurrió una hora y de repente, del cielo, cayó ella, una María, una Carmen, no sé. De igual manera quedó inmovilizada y sin poder decir una sola palabra. Arturo logró quitarse un poco el miedo de encima pues ahora eran tres los que podían tramar algo para vencer al enemigo. Era nada más liberarse y listo. Arturo trató de moverse y para su sorpresa no estaba pegado como él creía, fue sólo su turbación que lo dejó tieso como una rama seca. Tomó confianza y con un movimiento como de relámpago se acercó a los demás. Desde entonces Arturo vive en la telaraña esperando a que más caigan y se paralicen con su propio miedo. Y con el miedo que le tenía a las arañas.

Guillermo García G.
11/01/10

(Dedicado a un amigo reciente que tiene faunos por primas)

desaparecer=buscar otro comienzo.

"one day, i know u R going to call and say: i just called to say i love u..."
y al esperar dicha llamada, la vida echó raíces que no permitían las lágrimas correr. imagine usted yacer en un cuarto con piso de madera, y dejar que las piernas se hagan parte de la misma, producto de la espera...
ella había oído esa frase en una canción, mas no la creyó posible.
y la canción, un día cualquiera, se convirtió en realidad.
pero ella, con un reloj marchito en su mano izquierda y su derecha sosteniendo su rostro con dolor infinito; ya no quería escuchar esas palabras.
y su llanto endurecido entre las facciones de su rostro, empezó a derretirse cual corazón al desnudo enfrente de un amor genuino. sí era amor pero... ya no el mismo.
si esa llamada hubiese tomado lugar un mes antes, sería el descenlace muy distinto del presente. pero la espera había hecho estragos en su mente para cuando el teléfono anunció la inesperada llamada.
y tal como se prometió, al ritmo de la canción del protector solar, se propuso nunca jamás dejar que su corazón derramase una lágrima por tí.

martes, 12 de enero de 2010

Gruñido de Tigre

En el profundo anochecer de la selva,

De nuevo, escribo mis obsesivos versos.

Te hago saber de este amor incontenible;

De mi esfuerzo para que sea visible:


Te di mi calidad y sabiduría

Pero tú querías mi atención y tiempo.


Te ofrecí mi espíritu abnegado

Más mi débil físico preferías.


El arte te ofrecí como presente máximo

Y en el sueño caíste pues te pareció vano.


Te dediqué mil noches completas

En las cuales consagré millones de apasionados besos.

Sin embargo, por un descuido ahora son parte

Del uno y del todo que parten mi alma, corazón y cuerpo.


Guillermo García G.

miércoles, 6 de enero de 2010

Llora, Amor, Llora...

Llora, amor, llora,
que el rocío de tus ojos es desgaste,
es cansancio.
Deja que tu cuerpo se desintoxique.
Ven y busca mis brazos,
mi pecho, mi calor.
Yo te protegeré en tu debilidad,
hasta que tus fuerzas vuelvan
y tú decidas seguir y luchar.


Jessica Fonseca
Jk
creado el 09/09/09