Sobre La Lógica & El Amor (Y De Su Incompatibilidad)

Predicadores, motivadores, filósofos y escritores. Todos publican la única verdad en el mundo que leemos y releemos y siempre parece nueva. La realidad de que la vida se vive una única vez. Que cada minuto es irrepetible. Que la luz que nos ilumina nunca vuelve. Que todas las veces inhalamos y exhalamos un aire distinto. Y la Lógica, querida amiga mía de tantos años, nos dicta que ante tal escasez de tiempo solo queda disfrutar cada instante, cada chiste, cada beso, cada dulce, cada lluvia, cada café, cada caricia. Más aún, la Lógica me insta a revelar mis deseos, a apagar uno a uno mis ardientes impulsos.
Pero esta Lógica me subestima. Piensa que no entiendo de probabilidades. Me evade cuando le cuestiono sobre el hecho de que somos muchos con muchos deseos. Muchos con muchos impulsos. Y todos con la libertad y el derecho de negarse a aquello de poco atractivo. Entonces, hermana Lógica, ¿Qué si anhelo a aquella mujer quien 8 tipos más pretenden? Esa misma que no me notó en el almuerzo, ni en el pasillo, ni en la banqueta. ¿Cómo, si ni siquiera puedo tocarla, podría extinguir esas ganas de amarrarla con mis brazos, desenredar su cabello, hablarle al oído, oler su color, escucharle suspiros entrecortados, pasar mis labios por su ombligo, degustar su piel hasta perder su sabor? ¿Qué pasa, querida Lógica, cuando lo intento y me detiene un prolongado silencio, o un gesto de incomodidad, o una lejanía premeditada? ¿Qué pasa, mi fiel Lógica, cuando ni siquiera es un honesto “NO” lo que me hace retroceder? ¿Por qué, amada Lógica, después de estas preguntas te desvaneces? ¿Explícame por qué tus argumentos se desploman, y el miedo me abraza de nuevo?