domingo, 17 de enero de 2010

La Telaraña

Pues ahí despertó Arturito. No sabía cómo llegó a estar en medio de esa gran telaraña. Solo a él le pudo haber pasado. Y con el miedo que le tenía a las arañas. Entró en un pánico extremo, se paralizó de inmediato, comenzó a sudar frío y sus ojos lagrimearon en un largo lloriqueo sin sonido. A pesar de haber ya transcurrido dos horas, Arturito seguía igual, inmóvil; sólo esperaba que el vil dueño de la gran telaraña regresara para devorarlo. Aquellos hilos plata que se mecían con el aire en movimiento parecían tranquilizarlo en un trance de sueño y paz, pero la punzada del futuro que le esperaba lo hacía despertar en segundos. En el corto lapso en que se parpadea, Arturito sintió como la telaraña se estremecía como si hubiera caído una bala de cañón en ella. Era otro como él, un Carlitos, un Juan tal vez. Ahí estaba, entumecido, lleno de temor. Se miraron pero no hablaron. Transcurrió una hora y de repente, del cielo, cayó ella, una María, una Carmen, no sé. De igual manera quedó inmovilizada y sin poder decir una sola palabra. Arturo logró quitarse un poco el miedo de encima pues ahora eran tres los que podían tramar algo para vencer al enemigo. Era nada más liberarse y listo. Arturo trató de moverse y para su sorpresa no estaba pegado como él creía, fue sólo su turbación que lo dejó tieso como una rama seca. Tomó confianza y con un movimiento como de relámpago se acercó a los demás. Desde entonces Arturo vive en la telaraña esperando a que más caigan y se paralicen con su propio miedo. Y con el miedo que le tenía a las arañas.

Guillermo García G.
11/01/10

(Dedicado a un amigo reciente que tiene faunos por primas)

2 comentarios:

  1. Dedicado a un amigo reciente que tiene faunos por primas.

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  2. Gracias Mae, Muchas Gracias. (Pero no me acuerde q es mi prima).

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